Tener un bebé es algo magnífico, sabemos que nuestras vidas cambiarán y que ya nos seremos los mismos de antes de su llegada, ellos nos llenan de amor y de mucha felicidad día tras día y nos sentiremos gratificados por su llegada.
Muchas veces las madres aman tanto a sus hijos que sin importar lo grandes que estén, siguen mirándolos como sus pequeñas criaturas, no les importa que tan mayores sean o cuantos cambios hayan sucedido en la vida de ellos.
Las madres tienen ese lazo tan estrecho con sus hijos que es increíble verlas juntas, y cuando del nacimiento de un nuevo bebé se trata entonces es allí donde se observa mucho más esta estrecha relación de madre e hija.
Para las madres siempre sus hijas serán sus pequeñas princesas y cuando estas leas hacen abuelas ellas sienten una felicidad enorme sin embargo la preocupación por sus hijas no desaparece, las madres siempre se preocuparán por sus hijos sin importar lo que pase.
La preocupación de una madre es impresionante
En la madrugada es muy probable que ni siquiera duerma pensando en su hija, en cómo estará haciendo en la noche, cuantas veces habrá despertado y en la mañana, muy temprano llega para ayudarle con el bebé para que su hija descanse un poco más.
Le prepara comida caliente, la consiente con algún postre y trata de que coma porque sabe que su hija necesita fuerzas para aguantar en esta etapa y lograr que esta sonría todo el día.
Cuando una mujer se convierte en abuela es como si volviera a ser madre enseñando a su hija a serlo, le enseña lo que debe hacer, baña al bebé, le cambia los pañales, le calma los cólicos, le pone compresas en los pechos a su hija, arrulla al bebé para que no llore y hace lo mismo con su hija quien por la confusión también llora.
Una abuela le da alas a su hija para que esta sea una buena madre para su nieto, y al mismo tiempo la apoya para que sea y comprenda la maternidad, ella es justo lo que necesita una mujer que acaba de dar a luz.
Esta mujer antes de ser abuela es madre.
Gracias por leernos.